Ibiza es Patrimonio de la Humanidad
Ibiza tiene la fortuna de albergar, desde 1999, cuatro enclaves reconocidos como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO bajo la denominación Eivissa, Biodiversidad y Cultura. Todo un legado de extraordinario valor que bien merece ser disfrutado durante las vacaciones.
La acrópolis de Eivissa (Dalt Vila), el yacimiento fenicio de Sa Caleta, la necrópolis fenicio-púnica de Puig des Molins y las praderas de posidonia oceánica bajo el mar. Estos cuatro enclaves se pueden descubrir a través de una única ruta o incluyéndolos como paradas de otros recorridos por la isla, combinándolos por ejemplo con un baño en la playa, una comida marinera junto al mar o la visita a un museo.
La acrópolis de Ibiza o Dalt Vila –la villa de arriba-, conserva en sus lienzos y en el tejido urbano huellas del paso por la isla de los fenicios, los árabes y los catalanes. El portal de Ses Taules, el baluarte de Santa Llúcia, el paseo de ronda o las casonas señoriales de la calle Major son algunas de las paradas a incluir en una ruta por Dalt Vila, un escenario de gran belleza que a lo largo del año acoge visitas teatralizadas, conciertos, exposiciones, mercadillos de época y otras interesantes actividades culturales.
Los sitios arqueológicos del asentamiento de Sa Caleta y la necrópolis de Es Puig des Molins, con más de 3.000 hipogeos, fueron reconocidos por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad por ser una fuente de información única y extraordinaria acerca de la vida social y la urbanización de las colonias fenicias asentadas en el Mediterráneo Occidental. Dos paradas de gran interés que ningún viajero apasionado por la historia y la arqueología puede obviar y que resultan sencillo de sumar a una ruta por la ciudad o el sur de la isla.
El comité de la UNESCO también destacó el elevado valor ecológico de la inmensa pradera de posidonia oceánica que se extiende entre Ibiza y Formentera por ser la mejor conservada del Mediterráneo y excelente ejemplo de la beneficiosa influencia que esta planta marina ejerce sobre los ecosistemas y la preservación de las playas. La pradera situada dentro del Parque Natural de las Salinas de Ibiza y Formentera da cobijo a numerosas especies vegetales y animales que encuentran en ella alimento, protección y un espacio seguro para la cría de alevines. Esta joya natural es también responsable de la pureza, limpieza y transparencia del agua de las calas y playas de Ibiza, como por ejemplo Ses Salines y Es Cavallet, ambas situadas dentro del Parque Natural.